Para el observador extranjero, el resultado más asombroso del enfoque pragmático de la vida radica en la actitud norteamericana hacia el éxito y el fracaso. El éxito visible e inmediato en cualquier campo de actividades es la prueba suprema de la bondad de un proyecto.
Por otra parte, el fracaso es el signo de que se estaba en el error. Esta actitud coincide con la doctrina puritana de que el éxito puede interpretarse como un signo de la gracias de Dios y, por consiguiente, tiene un fundamento en la tradición norteamericana.